El presidente del Elche Club de Fútbol, José Esquitino Sempere, abrió una nueva etapa el 10 de agosto de 1957 cuando alcanzó un acuerdo con César Rodríguez Álvarez para que ejerciese como entrenador y futolista. El conjunto ilicitano estaba en Tercera y el objetivo era ascender a Segunda División.
César nació en León y había triunfado en el Barcelona. Está considerado como uno de los mejores futbolistas españoles de todos los tiempos. El leonés le dijo a Esquitino que él quería firmar como jugador, a lo que el mandatario franjiverde le respondió: «yo le ficho como entrenador y si usted quiere jugar se pone en el once y asunto resuelto».
Y así ocurrió felizmente para mayor grandeza del Elche. Un César que tenía 37 años cuando llegó al inolvidable Campo de Altabix para escribir una de las mayores hazañas del fútbol nacional. En su primera temporada asciende a Segunda pulverizando todos los registros, en la siguiente campaña lo pone en Primera tras vencer 0-3 un 19 de abril de 1959 en Tenerife y en la tercera, en la del debut ilicitano en Primera en la Liga 1959-1960, el genial César mantiene con solvencia al Elche en la máxima categoría ante el asombro de toda España.
En los diarios nacionales se pueden leer titulares como «Lección de fútbol en Altabix», «Senderos de gloria» y «El gran Capitán» o «César invicto» en alusión al hombre que cambió para siempre la historia del Elche C.F. Tanto Esquitino como César Rodríguez figuran en letras de oro en esa historia centenaria del Elche que es la más bella y romántica del fútbol español.
Por todo ello, alguna calle de la ciudad, alguna dependencia del Martínez Valero o algún campo de fútbol de la futura Ciudad Deportiva del Club deben llevar el nombre de un César Rodríguez que hizo tremendamente felices a los aficionados franjiverdes y que puso al Elche en lo más alto. Ese sí que fue un fichaje de relumbrón. Sin duda, fue la mejor sinfonía futbolística del presidente Esqutino.